A un escarabajo


 También llegué al escarabajo
y le pregunté por la vida:
por sus costumbres de otoño,
por su armadura lineal.

Lo busqué en los lagos perdidos
en el Sur negro de mi patria,
lo encontré entre la ceniza
de los volcanes rencorosos
o subiendo de las raíces
hacia su propia oscuridad.

Cómo hiciste tu traje duro?
Tus ojos de zinc, tu corbata?
Tus pantalones de metal?
Tus contradictorias tijeras?
Tu sierra de oro, tus tenazas?
Con qué resina maduró
la incandescencia de tu especie?

(Yo hubiera querido tener
un corazón de escarabajo
para perforar la espesura
y dejar mi firma escondida
en la muerte de la madera)
((Y así mi nombre alguna vez
de nuevo irá tal vez naciendo
por nuevos canales nocturnos
hasta salir por fin del túnel
con otras alas venideras.))

"Nada más hermoso que tú,
mudo, insondable escarabajo,
sacerdote de las raíces,
rinoceronte del rocío",
le dije, pero no me dijo.
Le pregunté y no contestó.
Así son los escarabajos.

(Punta del Este, 1968.)

Pablo Neruda

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